sábado, 16 de febrero de 2008

REGRESO

He decidido volver sobre mis pasos, recuperar las huellas y el tiento de aquello que alguna vez hube visto y marcado a fuego en la retina de mi espíritu. No es para nada fácil este regreso a ese espacio tiempo que alguna vez me mantuvo el aliento, agarrotado como estaba en este extraño exilio del cielo y de la tierra, en ese estado de -al decir de Empédocles- fugitivo de dios y errabundo. No he logrado nunca explicarme por qué todo aquello quedó detenido, suspendido en al aire, atrapado en una lontananza cálida que con el tiempo se ha ido tornando brumoso, ausente y a medida que se aleja se me ha venido haciendo un duro salitre en el tiento de la piel que de modo asaz deletéreo ha venido petrificandome la geografía.
Debo volver sobre mis pasos, revisar los papeles olvidados, volver a tratar de mirar como lo hube hecho en aquellos lejanos años de mi adolescencia, cuando la certeza de la palabra me habitaba a toda hora, a toda vigilia y todo sueño.
Imagino que por ese derrotero lograré llegar al tiempo en que el hilo se hubo roto, quizás deberé andar tardo y adestiempo un camino que debiera ya haber recorrido, pero como dice Sofía, nunca es tarde...
Mi pasión fue la poesía, la bebí desde la cuna, en los labios de mi madre y de mi padre, en esas largas horas de infancia, cuando agazapado detrás de las puertas de vidrio, en la casona de Ricardo Matte Pérez, escuchaba a los poetas hablar de mundos posibles, ahí estaban Oscar Hahn, joven aún y el grandioso Humberto Díaz-Casanueva, Nicanor, Estela Díaz, Teófilo Cid, Ramón Hidalgo, los poetas que venían desde el norte y desde el sur, los europeos y los norteamericanos, los de América Central y los caribeños. ¿Cómo no sentirme arrobado por esa magia y potencia sin igual de la palabra?
Ahora, en este país grisáceo y sin norte, en donde lo único que importa son las naves de los fenicios, puede ser extemporáneo hablar de poesía, pero esa es mi raíz, ese el imán que comanda mi brújula.
Perdonen, si es que alguien lee alguna vez estas páginas, que ponga en el no espacio del espacio virtual aquellas palabras que comenzaron a brotarme cuando el huracán de la derrota y la persecución despiadada me llevaron a tierra marina del Pireo y Atenas cambiando paulatinamente mi verbo hacia otras alboradas.

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