MANOLIS ANAGNOSTAKIS

El poeta Manolis Anagnostakis es uno de los máximos exponentes de la llamada Primera Generación de Posguerra. Nació en Salónica el año 1925. Médico de profesión con especialidad en Radiología, sintetiza en su poesía lo que el estudioso griego Viron Leontaris llamó la Generación de la Derrota. Su lenguaje poético, de una coloquialidad incuestionable está marcado por la presencia de aquello que pudo ser y que no fue.

 

 

13.12.43



Recuerdas que te decía: cuando silben los barcos no estés en el puerto.
Pero el día que se iba era nuestro y no hubiéramos querido jamás dejarlo
Un pañuelo amargo saludará el tedio del regreso
Y llovía en verdad mucho y estaban desiertas las calles
Con un sabor indefinido y leve de otoño
Ventanas cerradas y la gente tan olvidada
- por qué nos han dejado todos? Por qué nos han dejado todos?
Y apretaba tus manos.
No tenía nada extraño mi grito

... Nos iremos alguna vez sin ruido y vagaremos
En las ruidosas ciudades y en los mares desiertos
Con un anhelo encendido en nuestros labios
Es el amor que buscamos y nos fue negado
Olvidabas las lágrimas, las alegrías y la memoria nuestra
Saludando velas blancas movidas por el viento.
Quizás no quede nada más que esto para recordar.

En mi alma se encabrita el angustioso Por qué,
Trago el aire de la soledad el aire del abandono
Golpeo los muros de mi húmeda cárcel sin esperar respuesta
Nadie ha de tocar la extensión de mi afecto y mi tristeza.

Y tú aguardas una carta que no llega
Una voz lejana regresa a tu memoria y se borra
Y un espejo taciturno mide tu figura
Nuestra ignorancia perdida, las alas perdidas.


CRONOLOGIA INDEFINIDA
Pasó este día sin ningún matiz
Tan distinto de los otros días
(quizás el inicio de días similares)
Se borró así liviano como vino
Sin que jugueteara el sol entre las ramas
Corrió sus cortinas delicadamente la noche.

Un día tan diverso de los otros
Sin lo signos del “más” y el “menos” que surcan el magín
Sin siquiera ladear la balanza del recuerdo
Como una pompa de jabón que pinchamos con un alfiler
Como el humo de un cigarro sin aroma.

Así cayó una hoja del calendario
Sin el más mínimo ruido
(se perdió y tratamos de encontrarla)
Quedó nuestro cajón como lo dejamos.

Quizás – dices – no fue siquiera un día
Sólo que hoy gritan en negativo los números
El reloj girado incluso otras veinticuatro horas
- Dices – que pasamos inconscientes la medianoche
Un camino derecho asfaltado.

(TRADUCCIÓN: PEDRO IGNACIO VICUÑA)


LLEGARÁ UN DÍA...Llegará un día en que no tendremos ya qué decir
Nos sentaremos unos frente a otros y nos miraremos a los ojos
Mi silencio dirá: qué hermosa eres pero no encuentro otra manera de decirlo
Viajaremos a algún lugar, así por el tedio o para decir que también nosotros viajamos.

La gente busca en toda su vida encontrar, al menos, el amor, pero no encuentra nada.
Pienso a menudo que nuestra vida es tan pequeña que ni siquiera amerita que uno la comience.
De Atenas iré a Montevideo quizás a Shanghái; algo es eso, no lo puedes dudar.

Fumamos –recuerda – incontables cigarros conversando esa tarde
-Olvidé de qué – y es una pena porque era tan pero tan interesante.

Un día, ojalá fuera, me iré lejos de ti pero incluso ahí vendrás y me buscarás
Uno no puede, Dios mío, irse nunca solo.

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El primer marzo, en la guerra, conocí a un fogonero inglés
Que me contó entera la historia de Sam Dylan
“Es tarde” me dijo en un momento “deberíamos irnos ya
Pero no es necesario, en fin, llorar tanto por una persona que se mató.
Murió en mis brazos y me susurró un nombre de mujer
Es muy ridículo morir y susurrar el nombre de una mujer”
Su cara palideció extrañamente. Después no volví a verlo.

(TRADUCCIÓN: PEDRO IGNACIO VICUÑA)


UNA FECHA DE HACE AÑOS


Vivimos siempre en salvajes y húmedas riberas
En los callados cafés y las agonizantes sillas
Los crepúsculos vienen y vuelven a venir y es interminable el mar
Con los borrosos barcos que zarpan y giran en las sombras.
Es hermoso y triste recordar las tantas noches
Amarradas con humos que no ceden y con dos ojos negros.
Y una mano que se alargaba y saludaba desde el puerto
(“Port-Said – Alejandría” el 20 de julio)
Vivimos esos tristes y monótonos veranos
Encerrados detrás de las rejas del mar
Contando uno a uno las olas y los astros
Entregados a nuestra amarga espera.
Memorias estériles.
Qué pensarán todos estos barcos en la noche
Bailando tantos años amarrados y sin envejecer
Ceñidos de las tormentas de tantos y tantos viajes
Qué recordarán los encendidos atardeceres tropicales
Las luces que se doblan y se lanzan al agua
Los niños que no duermen y lloran por las noches
(“Port Said – Alejandría” el 20 de julio)
Sus ojos estaban tristes como los atardeceres de verano
Encerrados muy hondo en los misterios del mar
Y una mano blanda y delgada como el cariño
Una mano blanda puede llevarte
Cantando hasta el fondo del mar en lejanas ciudades.

Vivimos siempre en las salvajes y húmedas riberas
Con la memoria herida de ojos y de viajes
Amarrada tras un barco que no ha de volver
En los humos que no claudican y las roncas canciones.
(“Port Said – Alejandría” el 20 de julio)


(TRADUCCIÓN: PEDRO IGNACIO VICUÑA)

AÚN HACIA FALTA...

Aún hacía falta mucha luz para que amaneciera. Sin embargo yo
No acepté la derrota. Veía ahora
Cuántos tesoros ocultos debía salvar
Cuántas fuentes de agua conservar en medio de las llamas.
Hablad, mostrad heridas desquiciadas en las calles
El pánico que estrangula vuestro corazón como bandera
clavadlo a los balcones, cargad con prisa el cargamento
Vuestro pronóstico infalible: Caerá la ciudad.

Allí, atentamente, en un rincón, recojo en orden,
Sensatamente cerco mi último refugio
Cuelgo manos cortadas en los muros, adorno
con los cráneos cortados las ventanas, tejo
con cabellos cortados mi red y espero.

De pie y solo, como entonces, espero.

(TRADUCCIÓN: PEDRO IGNACIO VICUÑA) 

EL NAUFRAGIO

Me quedaré con ustedes en la barca
Después del atroz naufragio y la perdición
ahora a lo lejos el barco se hunde
(dónde están los otros botes, quienes se salvaron?)
Alguna vez hallaremos nosotros una roca
una isla desierta como en los libros
levantaremos allí nuestras casas
alrededor de la gran plaza
y en el centro una iglesia
colgaremos adentro la fotografía
de nuestro capitán que se perdió -arriba arriba-
un poco más abajo la del segundo, más abajo la del tercero
cambiaremos nuestras mujeres y tendremos muchos niños
Y después calafatearemos un gran barco
nuevo, totalmente nuevo, y lo echaremos al mar

Estaremos viejos pero nos reconocerán.
Sólo nuestros hijos no se nos parecerán.


(Traducción:PEDRO IGNACIO VICUÑA)



 

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