DEL LIBRO
ORIENTACIONES
(1940)
A n i v e r s a r i o
... even the weariest river
Winds somewhere safe to sea!
Traje hasta aquí mi vida
A esta marca que lucha
Siempre cerca del mar
Juventud encima de las rocas, pecho
Con pecho hacia el viento
Dónde irá un hombre
Que otra cosa no es que hombre
Contando con el rocío sus verdes
Momentos, con agua las visiones
De su oído, con alas sus remordimientos
Ah, vida
Del niño que se hace hombre
Siempre cerca del mar cuando el sol
Le enseña a respirar del lado en que se borra
La sombra de una gaviota.
Traje hasta aquí mi vida
Blanca medición oscura suma
Unos pocos árboles unos pocos
Guijarros mojados
Dedos livianos para acariciar una frente
Qué frente
Toda la noche lloraron las esperas y no hay ya
Nadie hay yapara escuchar un paso libre
Para despuntar una descansada voz
En la muralla las popas chapotear trazando
Nombre más glauco en su horizonte
Unos pocos años unas pocas olas
Un remar sensible
En las ensenadas alrededor del amor.
Traje hasta aquí mi vida
Amarga rajadura en la arena que se borra
-Quién vio dos ojos rozar su silencio.
Y se fundió en la solana cerrando mil mundos
Que recuerde su sangre a los otros soles
Más cerca de la luz
Hay una sonrisa pagando la llama-
Pero aquí en el paisaje ignorante que se pierde
En un mar abierto y despiadado
Se deshoja el sueño
Torbellinos de plumas
De momentos adheridos a la tierra
Tierra dura bajo las impacientes
Plantas, tierra hecha para el vértigo
Volcán muerto.
Traje hasta aquí mi vida
Piedra ofrendada al elemento acuoso
Más allá de las islas
Más abajo de la ola
En la vecindad de las anclas
- Cuando pasan quillas rajando con pasión
Un nuevo obstáculo y lo vencen
Y con todos sus delfines se acrecienta la esperanza
Logro del sol en un corazón humano-
Las redes de la duda cogen
Una forma de sal
Tallada con esfuerzo
Indiferente blanca
Que vuelve hacia el mar el vacío de sus ojos
Sosteniendo el infinito.
M a r i n a d e l a s r o c a s
Tienes sabor a tormenta en los labios – pero dónde rondabas
A lo largo del día la dura ensoñación de la piedra y el mar
Un viento aquilífero desnudó las colinas
Desnudó tu deseo hasta los huesos
Y las niñas de tus ojos cogieron el báculo de la Quimera
Rayando con espuma la memoria!
Dónde está el familiar ascenso del pequeño septiembre
En la tierra roja en que jugabas mirando hacia abajo
Los habares profundos de las otras muchachas
Los rincones donde tus amigas dejaban a brazadas el romero.
- Pero dónde rondabas
A lo largo de la noche la dura ensoñación de la piedra y el mar
Te decía que contaras en el agua desnuda sus luminosos días
Que gozaras de espaldas el alba de las cosas
O bien que rodaras campos amarillos
Con un trébol de luz en el pecho, heroína yámbica.
Tienes sabor a tormenta en los labios
Y un vestido rojo como la sangre
Profundamente en el oro del verano
Y el aroma del Jacinto –Pero dónde rondabas
Descendiendo hacia las playas las caletas con guijarros
Había allí una fría y salada hierba marina
Y más al fondo un sentimiento humano sangrando
Y abrías sorprendida tus manos diciendo su nombre
Ascendiendo liviana a la limpidez de lo profundo
Donde brillaba tu propia constelación.
Óyeme, la palabra es el juicio de los últimos
Y el tiempo escultor enloquecido de los hombres
Y el sol se mantiene sobre él bestia de esperanza
Y tú en su cercanía aprietas un amor
Teniendo un amargo sabor a tormenta en los labios.
No es para que cuentes celeste hasta los huesos con otro verano
Que cambien de curso los ríos
Y te devuelvan a su madre,
Que vuelvas a besar otros cerezos
O vayas cabalgando el mistral
Enclavada en los arrecifes sin ayer ni mañana,
En los riesgos de las rocas con el peinado del huracán
Te despedirás de tu enigma.
EL SOL EL PRIMERO
(1943)
se enreda en mi lengua una
gran rosa rojísima pero
no me es fácil callar
I
No conozco ya la noche terrible anonimato de la muerte
En el seno de mi alma fondea una armada de estrellas
Lucero guardián para brillar al lado de la celeste
Brisa de una isla que me sueña
Para anunciar el alba desde sus altas rocas
Mis dos ojos abrazados te navegan con el astro
De mi justo corazón: No conozco ya la noche.
No conozco ya los nombres de un mundo que me niega
Claramente leo las conchas las hojas los astros
El odio me es superfluo en los caminos del cielo
Salvo si es el sueño que vuelve a mirarme
Con lágrimas atravesar el mar de la inmortalidad
Lucero bajo la curva de tu fuego dorado
La noche que es sólo noche no la conozco ya.
IV
Bebiendo sol corintio
Leyendo los mármoles
Atravesando viñas de mares
Apuntando con el arpón
Un pez exvoto que resbala
Encontré las hojas que el salmo del sol memoriza
La tierra viva que la pasión se alegra
De abrir.
Bebo agua corto frutos
Hundo mi mano en los follajes del viento
Los limoneros cosechan el polen de la veranada
Los verdes pájaros rajan mis sueños
Me voy con una mirada
Mirada ancha donde el mundo vuelve a ser
Hermoso desde el principio a la medida del corazón.
XVI
Con qué piedras qué sangre y qué hierro
Y qué fuego estamos hechos
Mientras parecemos ser solo de nube
Y nos lapidan y nos gritan
Funámbulos del aire
Cómo pasamos los días y sus noches
Sólo Dios sabe.
Amigo cuando la noche enciende tu eléctrica congoja
Veo el árbol del corazón abrir las ramas
Tus manos abiertas al alero de una Idea alba
A la que no haces más que suplicar
Y jamás desciende
Años de años
Ella en las alturas tú aquí.
Sin embargo la visión de la pasión despierta un día carne
Y allí donde antes no brillaba sino la desnuda soledad
Ríe ahora una bella ciudad como la deseabas
Te asomas a verla te espera
Dame tu mano y vayamos antes que el Amanecer
La inunde con alaridos de triunfo.
Dame tu mano – antes de que se amontonen pájaros
En los hombros de los hombres y lo trinen
Que por fin pareció venir desde lejos
La de faz marina virgen Esperanza!
Vamos juntos aunque nos lapiden
Aunque nos griten funámbulos del aire
Amigo los que jamás sintieron con qué
Hierro con qué piedras qué sangre qué fuego
Construimos soñamos y cantamos!
T O A X I O N E S T I
(D I G N U M E S T)
(1959)
Mucho me han angustiado desde mi juventud
Mas no prevalecieron contra mí.
Salmo 128
II
La lengua me dieron griega
la casa pobre en los arenales de Homero.
Único desvelo mi lengua en los arenales de Homero.
Allí sargos y percas
vendavaleados verbos
corrientes verdes en las celestes
todo cuanto vi en mis entrañas encender
esponjas, medusas
con las palabras primeras de las Sirenas
rosadas ostras con los primeros temblores negros.
Único desvelo mi lengua con los primeros temblores negros.
Allí granadas, membrillos
dioses morenos, tíos y primos
el aceite vaciando en las tremendas tinajas;
y soplos de las acequias exhalando
mimbre y lentisco
esparto y jengibre
con el primer piar de los pinzones,
dulces salmodias con los primeros Gloria a Ti.
Único desvelo mi lengua con los primeros Gloria a Ti.
Allí laureles y palmas
incensario y libamen
los combates bendiciendo y los arcabuces.
En la tierra tapizada de mantos de viña
olor de asado, entrechocares
y Cristo Resucitado
con los primeros disparos de los griegos.
Amores secretos con las primeras palabras del Himno.
Único desvelo mi lengua con las primeras palabras del Himno!
X
En mi cara se burlaron los nuevos Alejandrinos
ved, dijeron, el ingenuo peregrino del siglo!
El indolente
que cuando todos nosotros nos lamentamos éste se alegra
y cuando todos nos alegramos
éste, sin causa, se ensombrece.
Nuestros gritos adelante sobrepasa indiferente
y lo que nos es invisible,
con la oreja en la piedra,
serio y solo vigila.
El que no tiene amigo ninguno
ni partidario,
que se confía sólo a su cuerpo
y el gran misterio en las espinudas hojas del sol va buscando,
éste es,
el expulsado de las ferias del siglo!
Ya que seso no tiene
y de lágrimas ajenas no saca ganancia
y en el arbusto que quema nuestra agonía
se permite solamente orinar.
El anticristo e insensible demonista del siglo!
Que cuando todos nosotros llevamos luto,
éste se viste de sol.
Y cuando sarcásticamente hablamos
se viste de idea.
Y cuando paz anunciamos,
Lleva el puñal.
En mi cara los nuevos Alejandrinos se burlaron!
SEIS Y UN REMORDIMIENTOS POR EL CIELO
A Gina Politi
El iletrado y la hermosa
A menudo, en la Asunción de la Tarde, su alma tomaba cara a cara a los cerros una livianez
a pesar de que el día era duro y el mañana ignoto.
Mas, cuando oscurecía bien y salía la mano del cura sobre el jardincito de los muertos, Ella
Sola, Erguida, con los pocos habitantes de la noche –el soplo del romero y la bruma del humo de
las chimeneas– en la irrupción del mar velaba
De otra suerte hermosa!
Voces apenas de las olas o a medio adivinar en un crujido y otras que parecen de los muertos y se
turban entre los cipreses, como extraños signos, constelándola encendían su cabeza
magnética. Y una
Limpidez indecible dejaba, a gran profundidad en sus adentros, perfilarse el paisaje verdadero,
Donde, en las márgenes del río, luchaban con el Ángel los hombres oscuros, mostrando de qué
manera nace la belleza
O aquello que nosotros, de otro modo, llamamos lágrima.
Y mientras se mantenía su reflexión, se sentía, desbordaba el rostro que brillaba con la
amargura en los ojos y con los inmensos, como Ramera vieja, pómulos
Extendidos a los puntos extremos del Gran Can y de la Virgen.
“Lejos de la plaga de las ciudades, soñé a su lado a un yermo páramo, donde la lágrima no
tenga sentido y donde la sola luz sea aquella de la hoguera que consume mis existencias
todas.
“Hombro con hombro juntos los dos soportemos el peso del futuro jurados en el silencio extremo
y en el condominio de los astros,
“Como si no supiera, el ignorante, que es allí justamente en el silencio extremo donde se oyen los
estruendos más aborrecibles
“Y que habiéndose hecho insoportable en el esternón del hombre la soledad, se dispersó sembrando
astros!”
Lacónico
Tanto me incendió el tormento de la muerte, que mi brillo volvió al sol.
Ahora aquél me empuja a la composición perfecta de la piedra y el éter,
Y bien, el que rondaba s o y.
Oh verano de lino, otoño sensato
Invierno mínimo,
La vida entrega su óbolo de hojas de olivo
Y en la noche de los desquiciados con un pequeño grillo reafirma otra vez la validez de lo
Inesperado.
EL PHOTODENDRO Y LA DECIMOCUARTA BELLEZA
(1971)
La niña que traía el norte
A gran distancia en el aroma de la menta pensé adónde voy y dije para que no me tenga en su mano la soledad a buscar una iglesita para poder hablar.
El sonido del mar me comía como una cabra las negras tripas y me dejaba una abertura cada vez más incitante a las Alegrías sin embargo nada Nadie
Sólo se inflamaba en derredor del olivo silvestre el vaticinio
Y todo a lo largo del polvo de la espuma hasta arriba encima de mi cabeza el faldeo profetizaba y sisoreaba con temblores morados millares e insectos querubínicos Sí sí asentía estos mares se vengarán u n d í a e s t o s m a r e s s e v e n g a r á n
Donde allí encima de sus escombros arrancada apareció ganando altura y hermosa como no puede ser más con todos los hábitos de los pájaros en su balanceo la niña que traía el norte y yo aguardaba
Cada vara más adelante apoyando el pecho para contrariar el aire y de un atemorizado gozo en mis adentros que ascendía hasta el párpado para volar
Hey enojos, hey locuras de la patria!
Se rompían detrás de ella acantos de luz y dejaban en el cielo algo como inaprehensibles signos del Paraíso
Llegué un momento a ver aumentada la bifurcación de las piernas y toda la parte de dentro con un poco todavía de saliva marina Más tarde me llegó su olor todo pan fresco y regaliza silvestre del cerro
Empujé la pequeña puerta de madera y encendí una vela Que una idea se me había hecho inmortal.
Suceso de agosto
Daba vueltas en el cielo y gritaba
Con peligro de tocar una alegría
Levanté una piedra y apunté a lo lejos
Palabreado el sol por el Sino
Hacía como si no viera
Y el pájaro de la muchacha cogió una miga de mar y fue ascendido.
Pequeña mar verde
Pequeña mar verde de trece años
Que quisiera adoptarte
Enviarte a la escuela en Jonia
A aprender ajenjo y mandarina
Pequeña mar verde de trece años
En la torre del faro a mediodía
Que des vueltas al sol y que oigas
Cómo el destino se deshace y cómo
De colina a colina se saludan
Nuestros parientes lejanos
Que sostienen el aire como estatuas
Pequeña mar verde de trece años
Con el cuello blanco y el cintillo
Que entres por la ventana en Esmirna
Que me copies los reflejos en el techo
De los kirieléison y los Gloria a Ti
Y con un poco de Norte un poco de Levante
Ola a ola vuelvas atrás
Pequeña mar verde de trece años
Para dormirte clandestina
Y encontrar al fondo de tu abrazo
Pedazos pétreos el verbo de los Dioses
Pedazos pétreos los fragmentos de Heráclito.
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